Monday, June 29, 2009

El silencio y la palabra (uno)

Dicen que Ello, el niño caprichoso que nos pulsa, no reconoce el no ni la concha de su madre. Pero debe saber del silencio, del cuerpo explotando en necesidades, la angustia del silencio cuando no hay palabra y nada viene porque nada va y la ausencia es la muerte, porque si no está ya no es nada este mundo que muta y se va y nunca es igual a sí mismo y es siempre ahora. Decir no es un alivio. Decir es un alivio, porque la palabra enciende la frente como una tea y allí anida permanentemente.

El delirio es la balsa del demente, desde donde reconstruye, o bien construye a nuevo, un mundo, algún mundo, algún antes o después. Un mínimo hacia fuera, para quién.

Los dragones de Terramar se mataban los unos a los otros cuando perdieron el habla.

Hay dos silencios esenciales: el que es porque la palabra todavía no halla su camino; el que es, sin remedio, cuando la palabra no existe.

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