Zona de promesas donde me espera el cuerpo. Pero no quiero esperarnos sólo a nosotros dos. El mundo es una pera a punto de ser mordida, y mis caninos, como una jauría famélica entre las ruinas de un casco de estancia, buscan desgarrar las carnes de las bestias de la noche, inmersas en festivas bandas de bichos de luz (esas pequeñas hadas).
Es cierto que no puedo prometerte a y b, los ordenamientos conocidos; yo no pienso inaugurar otro correo negro, sino esta garúa de cartas blancas como las paredes de mi casa.
Todo es como otra cosa, y como otra cosa más. La sustancia burbujeante de alcoholes bien guardados. Nuestras bocas son perras en celo que no saben del amor, y son jazmines, y caramelos, y ostias y ostras, exquisitas las dos en sus ajustadas lujurias. Pero nuestras bocas al final son nuestras bocas, y no hay algo que nos digan que pueda ir contra esto. Ni siquiera las promesas de ser otros, los que siempre quisimos, en el lugar que siempre añoramos y que, a pesar de ausencias, también es nuestro.
El hambre baila en cada comparación, en cada metáfora, en cada palabra que pretenda ser justa. Todo lo demás, esos vicios circulares, apenas cuelgan ahorcados en el aire como lechosas secreciones de silencio.
1 comment:
Qué final, estás tremebunda!
pd: viste qué palabas locas, locas te pide la máquina para autorizarte a dejar el comentario?
este vez me pidio "atormo". No se, ¡¡quería decirlo!!, jaja.
Atormo- Como atormento pero más cortante.
Post a Comment