cuando el dolor era un grito que era silencio
la noche se llevaba mi sangre
y el poco calor
que me guardaba
aún hoy
-a veces-
el dolor sigue siendo un grito que es silencio
pero mi sangre perdura
y la tibieza permanece
(es que ahora lo sé:
los dos habitamos el mundo,
Compañero de la noche
frente a esta fría luz
catódica)
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